2 de agosto de 2010

EL GLORIOSO ALFARERO: BERNARDO DE PALISSY (1510 -1590)

Un vaso de origen alemán llega a manos de Bernardo de Palissy. La pureza de sus líneas, la perfección del color, la riqueza de los esmaltes le impresionan a tal extremo que prácticamente entra en una catarsis que se apoderará de él por muchos años, en la búsqueda angustiante de descubrir todos esos secretos, para él un tesoro. Construye su propio horno, mas como era muy pobre, debe quemar leña prestada. Uno tras otro sus experimentos fracasan. No le dan más madera. Pero le quedan sus muebles. . . y tos quema en aras de esa pasión. Un día, enfermo, triste, apesadumbrado, intenta una última prueba y con tal de llevarla a cabo, arranca los listones de los pisos arrojándolos al fuego, alimentando un horno insaciable. Ansiosamente va siguiendo las transformaciones del esmalte sobre la arcilla. Habian pasado ya ¡dieciséis años!... Y ese hombre que por seguir algo que se confundía con una ilusión fue abandonado por su familia, escarnecido vilmente por vecinos y pseudo amigos. . . encuentra la fama y la fortuna. La historia le recuerda justamente con el nombre con que encabezamos este capitulo: El Glorioso Alfarero.


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